EL PAPEL DEL TRADUCTOR DENTRO DEL PROCESO DE DOBLAJE Y EL EXCESO DE PROTAGONISMO DEL MAL LLAMADO ACT
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El doblaje consiste en la traducción y ajuste de un guion de un texto audiovisual y la posterior sustitución de las voces originales por las de la versión final de esa traducción por parte de los mal llamados actores de doblaje, bajo la dirección del director de la traducción audiovisual y los consejos del asesor lingüístico (en Colombia nunca lo hay y de ahí algunas burradas en el español utilizado.
Mi compañero en los comienzos de la investigación universitaria en los apartados de traducción audiovisual el actual Doctor Frederic Chaume, (entonces simplemente Frederic) en su libro Cine y traducción, nos da una definición muy acertada: el doblaje de un producto audiovisual es un proceso complejo, y en esa cadena participan muchos agentes. Como todo proceso, hay que prestar atención a cada uno de los engranajes.
Si bien en algunos países de Latinoamérica nos han vendido que el mejor cine se ve subtitulado, es mucho más elevado el número de gente que prefiere consumir cine y televisión en versión doblada por motivos obvios pues la gran mayoría no sabe o domina el inglés y si se va a ver cine y más televisión lo que quiere uno es relajarse y no estar leyendo pues realmente uno pierde mucho de la información visual que el audiovisual propone. Si encendemos el televisor, veremos que la mayor parte de la programación de cines y series están dobladas por ese motivo y cada día se doblarán más por imperativo demandante del consumidor. Si vamos al cine, nos encontramos aun con las dos opciones, e incluso hay salas que empiezan a ofrecer solamente las versiones dobladas por la mayor aceptación del público a esta tendencia traductiva por mucho que los seudo eruditos promulguen la subtitulación. Prueba de que el doblaje es la mejor opción para el entretenimiento lo tenemos con los niños. Aunque los chavales sepan leer de fluido con ocho o nueve años si le colocas dibujos animados subtitulados poco te aguantarán mirando al televisor y empezarán a revolotear por la casa buscando algo que les entretenga, sin embargo, si están doblados todo el mundo sabemos cuál es el resultado, ¡Quedan hipnotizados!
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La tendencia en Colombia es que la gran mayoría del público elija consumir películas, series, documentales, doblados en español latino. Y aquí podríamos entrar en el debate de si realmente estamos escuchando nuestro idioma, pero no nos vamos a ir hoy por las ramas con el famoso invento mexicano tan copiado por nuestra industria local de Bogotá.
Por todo lo anterior, es conveniente darle un lugar especial al doblaje como una de las modalidades de la traducción audiovisual (TAV) más importantes en el mundo que está creciendo en el interés profesional de personas que le gustaría profesionalizarse en nuestro país. ¡Pero cuidado con los estafadores ocasionales que dicen dar talleres en escasas pocas horas de estudio! Pero también ese es otro tema que no toca este día.
Entonces, ¿qué es el doblaje? Hablamos de una cadena de trabajo en la que intervienen distintas personas. Por un lado, las distribuidoras del material, que son las que eligen que esa película o programa llegue a un determinado territorio en un idioma determinado. Por otro, la productora o distribuidora local, que se encargará de que ese producto final llegue al público. Este es, en definitiva, el paso más importante de todo el proceso, porque es el que determinará todos los parámetros a tener en cuenta a la hora de echar aceite en el resto del engranaje para que logre andar. A partir de ahí, todo debería fluir.
El traductor recibe un archivo de vídeo y un guión. En el mejor de los casos tiene como mucho, una semana para entregar su trabajo terminado. Ese guión en el idioma meta lo recibe el adaptador o asesor lingüístico —también en el mejor de los casos, porque aquí en Colombia suelen saltarse este puesto sin tener en cuenta las consecuencias— y el texto traducido y adaptado pasa al director de doblaje, que se encargará de seleccionar el elenco y mandar a producción citar a los actores. El director terminará de adaptar lo que haya quedado en el tintero y de dirigir a los doblajistas, que desgraciadamente en un corre, corre por facturar lo máximo al día, trabajan en varias producciones a la vez en estudios diferentes. Estos profesionales previamente no han tenido tiempo de analizar las características de sus personajes para poder darles el tono adecuado y el tinte de color propio de la cacareada interpretación en el doblaje que pocas veces la verdad, se encuentra en realidad. Siendo justos tampoco les pagan por ese tiempo y por lo tanto ¿Por qué deben de hacerlo?
Ahí no termina la cosa, porque este paso de grabar las voces sincrónica puede durar entre un día y varias semanas, y el producto que sale de la cabina de registro tampoco está listo para ser entregado al cliente sin más. Falta el proceso de posproducción, en el que participan varias personas para conjugar audio e imagen y volver a traducir, adaptar y grabar si encuentran fallos. Normalmente salvo excepciones puntuales, en muchos estudios en este país se espera a que el cliente se queje de algo para cambiarlo. Y cuando el paquete está cerrado, podemos disfrutar del producto final en el sofá de casa o en la butaca del cine una vez que el producto gracias a estar doblado se ha conseguido vender en el país final de comercio.
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El proceso puede variar. Puede haber más o menos conflicto en cualquiera de las etapas. Algunas cosas valen para un tipo de material y no para otro. En todo caso, tenemos que tener en cuenta que es la distribuidora o productora —y, en última instancia, el dueño del producto audiovisual, que es el cliente final— quien dicta los parámetros y las reglas a seguir para la adaptación y localización de un material en una cultura extranjera. Algo que según parce algunos profesionales del doblaje nacional deben entender de una vez y dejar de comentar que ¡Aquí en Colombia se hace así! Como si fuera Colombia la que realiza las películas y las mandara doblar a Estados Unidos o Europa. ¡Nunca he entendido ese empeño de intentar excusar lo mal hecho con frases sin sentido!
Como traductores, y si queremos especializarnos en doblaje, lo primero que debemos saber es que, al menos en nuestro país, son dos las modalidades con las que podemos trabajar: el doblaje en voiceover y el lipsync, o sincronía labial. Estas dos modalidades son completamente distintas, y la diferencia principal radica en los canales de audio, donde en si se incluye o no el canal original debajo del canal del doblaje.
¿Qué debe tener en cuenta el traductor?
El doblaje en voiceover. Para esta modalidad de doblaje, que exige que se oiga la versión original, muy bajita, debajo de la traducción, debemos respetar, en primer lugar, la duración temporal asincrónica de cada una de las entradas originales. En sentido estricto, diremos lo mismo en menos tiempo —porque nuestro texto debe ser un poco más corto para que se oiga el original una milésima de segundo antes del español colombiano o latino, y también una milésima de segundo cuando acaba la entrada— y nos ajustamos mucho más al original simplemente porque se oye. El público es muy crítico, y si logran entender una palabra del original, exigirán que aparezca en la traducción, como ocurre con el subtitulado. Admitámoslo: en nuestro trabajo también tratamos con la crítica del público, como cualquier empleado detrás del mostrador, pero con el agravante que normalmente no sabe de qué está opinando. Para entregar un buen doblaje en voiceover a nuestro cliente, lo más importante es no confundir los personajes, traducir lo más relevante —ya veremos por qué—, que no haya faltantes y que el texto se ajuste, lo más naturalmente posible, a las expresiones del original.
La técnica del lipsync. Cuando trabajamos en el doblaje de un documental, en la gran mayoría de los casos hacemos voiceover. Sin embargo, cuando se trata de un largometraje o serie de televisión, la técnica elegida es la del lipsync. En esta ocasión, el canal de audio original desaparece. Puede parecer que nos acaban de sacar una piedra enorme del morral, pero ojo; un buen doblaje de estas características implica lo siguiente:
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* No puede haber faltantes de texto. En voiceover, si un personaje está hablando y detrás tiene a cinco más charlando entre ellos, es posible que esas cinco entradas de los personajes extras no sean imprescindibles según la narrativa que el director artístico de la película haya decidido. A esto se le llama sincronía temporal o ajuste narrativo un paso previo a la realización del lipsync. Quizá no haya que traducirlas, porque solo se dobla la información más relevante, como decíamos más arriba. Para lipsync, sin embargo, cada personaje que esté en pantalla y abra la boca o emita algún sonido debe llevar una entrada.
* Los FX también se traducen y se adaptan. Suspiros, risas, toses, gemidos. Todos estos efectos especiales —según la terminología de algunos estudios— o gestos (G) —término acuñado en España— deben incluirse. Si el personaje respira fuerte, el actor de doblaje tendrá que hacerlo también. Y nosotros como traductores tendremos que marcárlo en el guión.
* La sincronía labial. Y llegamos al meollo de la cuestión. Puede que al no tener el audio original debajo pensemos que tenemos más libertades a la hora de traducir, pero aquí entra en juego el determinante más grande de todos: la imagen. Para lograr una buena sincronía labial, debemos ajustar nuestro texto a los movimientos de la boca del actor original cuando está en primer plano o cuando se ve claramente que abre y cierra la boca, o cuando hace cualquier tipo de gesto. Sí, podemos ser más creativos, pero esto no es sinónimo de libertad.
Tener un pantallazo general de los procesos nos ayuda siempre a poder garantizarle al cliente un producto de calidad. Como traductores audiovisuales y principales eslabones de la cadena, es imprescindible que conozcamos tanto nuestras tareas como las del resto de los implicados. En resumidas cuentas, somos un paso más, y el resultado de nuestro trabajo está condicionado por muchos factores. Y como la meta de todos los eslabones de la cadena es la misma, tenemos que trabajar en equipo. Algo que deberían respetar los actores que normalmente son tan atrevidos que teniendo poco o ningún conocimiento lingüístico del idioma de salida y a veces de llegada, se atreven a cambiar los textos simplemente porque no son capaces de sincronizarlos o porque no tienen la técnica necesaria de doblaje sino es de memoria y claro, no todo el mundo la tiene.
Siempre habrá críticas y siempre habrá correcciones y detalles por mejorar. Un buen doblaje se logra cuando cada uno de los engranajes está bien aceitado, y cuando hay comunicación entre las partes del proceso.
Nuestro país es desgraciadamente uno de los pocos productores de doblaje a nivel latinoamericano, pero, aunque no se quiera asumir normalmente queda mucho por hacer para llamarlo de calidad. Esa industria silenciosa que pocas veces se menciona en los créditos de una película es la que permite que podamos disfrutar de un contenido realizado en el extranjero.
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Y en ese orden de las cosas los traductores y adaptadores, son los eslabones más invisibles de la cadena si los comparas con los actores, aunque sin la traducción los actores no tendrían diálogos que llevarse a la boca. Esto implica realmente tenemos una responsabilidad enorme para con el público y la industria.
Hagamos de esta profesión en Colombia lo que es, una de las más importantes actualmente en el mundo. Gracias a la traducción audiovisual y multimedia solo el sector de los videojuegos mueve unos 133.000.000.000 de dólares al año, súmenle el cine, el vídeo, la televisión e internet, y piense de cuánto dinero estamos hablando. Sin duda la traducción audiovisual es el motor del comercio del entretenimiento y Colombia solo habla de actores. ¡GRACIOSO!