COLOMBIA SE QUEDA REZAGADA EN PERIODISMO Y CINE CON CELULAR.
Después de haber protagonizado el lanzamiento de este formato en Latinoamérica y mientras que el mundo asume el celular como primero en generar contenidos audiovisuales en general y en el mundo del ocio y la comunicación digital en particular, Colombia ha perdido la iniciativa de ser el primer país latinoamericano en impulsar esta tecnología dejando que terceros se hagan actores protagonistas de la misma delegando a nuestro país de nuevo, a los últimos lugares de la lista. Las productoras, universidades, televisiones y profesionales comunicadores, deben analizar esta realidad en el marco de un emergente “estilo de vida digital móvil” en el que el acceso a fuentes antes cerradas, abren nuevas y revolucionarias posibilidades para todo el entorno profesional.
El mundo del cine, la televisión y el periodismo dentro de los distintos entornos y capacidad de generar todo tipo de contenidos en principio compartimentados, se funden en una nueva realidad marcada por los consumidores. Posibilidades que aún no podemos imaginar y donde la popular frase cinematográfica: “nadie
sabe nada” está de actualidad.
Al respecto, cuando hablo con empresarios, periodistas, directores, decanos y rectores de universidades con las que tengo contacto, no puedo dejar de pensar en frases célebres como la de los hermanos Lumière cuando describían el cine “como un invento sin ningún futuro comercial”, o cuando Harry Warner, productor de El cantante de Jazz (The Jazz Singer, 1927), la primera película sonora pronunció: “quién diablos quiere oír a los actores hablar” porque él creía que lo novedoso del sonido era la música. Por el contrario, su visionario hermano Sam Warner lo tenía más claro, aunque la fatalidad hizo que muriera antes del estreno de la película que marcó un antes y después en la industria del cine. O también, por qué no, en Darryl Zannuck, presidente de la Fox que afirmó: “la gente se cansará en seis meses de mirar una caja de madera en una esquina” (refiriéndose a la televisión). Ahora cabe preguntarse si dichas afirmaciones coincidirán con las que emitimos en la actualidad con el cine y periodismo hecho con celular. La verdad es que no conocemos el alcance de esta revolución, pero siendo ya una realidad creciente irrefutable, intuimos qué empieza a empujar en todos los ámbitos de la sociedad. Al respecto considero significativa una frase de Rupert Murdoch pronunciada en 2006: “una nueva generación de consumidores ha nacido y demanda contenidos donde quieren, cuando quieren y de la manera que ellos quieran “. Este nuevo escenario hace necesario estudiar la realidad de un sector nuevo como el móvil como creador de contenidos y sobre todo un modelo de negocio.
La historia es caprichosamente cíclica y en cierto modo parece que estamos de nuevo reviviendo los primeros momentos del nacimiento del cine, la radio y la televisión. Por tanto, merece la pena dar un paso atrás para dejar de lado toda la maraña de paradigmas enmohecidos creados alrededor de la producción y consumo del audiovisual (programas, dispositivos y contenidos) e intentar entender hacia dónde se dirige esta revolución para no volver a engancharnos tarde a los vagones de cola del progreso.
Contenidos audiovisuales digitales.
El mundo de los contenidos digitales abarca un abanico de posibilidades que comprende la industria de apps y software (gestión de derechos, software de descarga…), el hardware (reproductores, editores, móviles, electrónica de consumo…) y la producción y distribución de todo el contenido (discográficas, estudios, reportajes, películas, editoriales, productoras…). Todo un mundo de nuevos conceptos y realidades y un sector audiovisual que se introduce de manera forzada y atropellada en una nueva era tecnológica, donde hay nuevas opciones, plataformas y pantallas, y que se ha venido a llamar Anywhere Anytime Media, En Cualquier Momento en Cualquier Lugar Media, donde el vídeo realizado con celular ocupa un lugar relevante.
En este nuevo panorama, la audiencia se ha fragmentado en un universo de productos, canales y plataformas. La industria se enfrenta a inusitados niveles de complejidad, cambio y presión para innovar. Dentro de esta fragmentación no sólo coexisten dos tipos de espectador (lean back vs lean forward, pasivo vs activo), también conviven empresas que convergen en un nueva industria y que proceden del mundo de las telecomunicaciones (BT, AT&T, Telefónica, France Telecom, Verizon, BT, Vodafone, Orange...), de la informática/electrónica y fabricantes de teléfonos celulares (Apple, Microsoft, Sony, Blu Sens, Huawei, Samsung, Apple, Nokia,…), de Internet (AOL, Google, Yahoo...) y redes sociales con sus nuevos modelos de negocio (Google+, Facebook, etc.) y por supuesto del mundo de los contenidos y periodismo (Time Warner, Disney, News Corp, Bertelsman, Telecinco, BBC, TVE, Antena 3, The New York Times, Financial Times, Le Monde, entre todos.) Son empresas que, en algunos casos, como las que integran las telecomunicaciones, dependerán del vídeo realizado también con los dispositivos móviles porque su negocio tradicional está saturado o en pleno declive; empresas que antes no competían y ahora sí lo hacen. Bienvenidos a la convergencia o casi mejor… a la guerra del mejor innovador.
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Hace diez años cuando Internet irrumpió en nuestras vidas el gran debate era el contenido frente a la distribución. Hoy, sin duda, una vez universalizada la distribución por la tecnología digital, el contenido es el rey y toda gira en torno a él. Pero debemos recalcar que dentro del concepto “Contenido”, el vídeo es el emperador.
Aunque la tecnología digital principalmente en Internet es el centro pivote de las comunicaciones, debemos reconocer que las capacidades comunicativas que actualmente un teléfono móvil tiene para crear todo tipo de contenidos para cualquier plataforma, prensa escrita, televisión por radio frecuencia o digital, redes sociales, blogs, etc. No solo se ha sabido hacer aceptar por los nuevos usuarios online y el mercado que representan desde el móvil como receptor y emisor, sino que han generado tendencia.
Las empresas del mundo de la telecomunicación han de vender contenido a precio razonable de manera que compense a los autores y satisfaga a los consumidores y esto pasa por contenido generado por todo tipo de personas y calidades, dirigidos a espacios específicos. Éste es un aspecto en el que la industria cinematográfica y televisiva, más en Colombia y en Latinoamérica en general, aún no ha reaccionado al no tener presente la no tan lejana crisis en la que se hundió la industria discográfica causada en parte, por no actualizarse a la demanda de los consumidores del aquel primario internet manteniendo los altos precios de los discos mientras el consumidor solicitaba canciones individuales a un precio razonable que finalmente se convirtió en libres y gratuitas en la web, sumergiendo en la más terrible crisis de la historia a la hasta entonces omnipotente industria del disco. Consecuencia… el reinventarse como industria.
¡Ni la industria ni la universidad! Son los consumidores los que deciden qué es lo que quieren y cuánto están dispuestos a pagar.
En la actualidad, con la llegada de la tecnología digital móvil todas las empresas de contenidos digitales (digamos que la mayoría abrumadora) están intentando amoldarse a ella y para conseguirlo forman a sus profesionales y cambian la forma de producir y de cómo llegar a sus audiencias. Es por tanto necesario controlar quién forma, cómo forman, con qué medios y dónde, para no volver a entrar en una merienda caníbal a la que estamos acostumbrados donde los viejos gurús de tecnologías trasnochadas de repente, se convierten en expertos de esta reciente tecnología de la noche a la mañana sin haber pasado por el mínimo ejercicio profesional previo o un reciclaje académico.
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Impedir que esto vuelva a suceder como pasa actualmente en el gran número de universidades y escuelas técnicas donde reconocidos profesores, otras veces no tanto, de distintas ramas audiovisuales algunas veces muy lejanas a la comunicación periodística y cinematográfica, o increíblemente de carreras y conocimientos que nada tienen que ver con los medios, han pasado a formar sin haber hecho como hemos enunciado, ni siquiera un taller de adaptación, pieza audiovisual en su vida o haber trabajado profesionalmente fuera de las aulas universitarias, a ser los guías de las nuevas promociones para generar una "renovada" oferta universitaria de una forma improvisada en base exclusiva a intereses económicos que envilecen la formación y a la institución universitaria en su propia práctica.
Un sinsentido que pasa factura a la sociedad de la comunicación e información en su conjunto, a las artes audiovisuales y a nuestros jóvenes por salir mal preparados a la vida profesional.
¿Debemos retirar estas prácticas de nuestros centros de formación hasta que hayamos consolidado quién es quién, qué sabe hacer o enseñar y cómo? O seguir permitiendo este flagelo.
Por el Profe Laurentino Martín villa.
laurentinomartinvilla@gmail.com. Escríbeme si quieres hablar y opinar sobre estos temas.