Hablamos de la realidad de la formación cinematográfica en Colombia (1)
Para evitar las críticas, no haga nada, no diga nada, y sea nada. - Elbert Hubbard
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En un esfuerzo por no herir los sentimientos de los estudiantes, profesores, decanos, ministros de turno o presidentes de gobierno, da igual a quién te dirijas en este país, las escuelas y universidades de cine pueden con seguridad prepararlos para el desastre si queréis formaros como directores de este bello arte. Por otro lado, hablar de aprender dirección de fotografía, atrezzo, sonido, música, etc. mejor ni intentarlo en la universidad, según parece para nuestras universidades estos galardonados por los premios internacionales de cine como; los Goya de España, Oscar de Hollywood, el León de Oro de la Bienal de Venecia, entre todos, brotan solos en la industria colombiana como la hierba en el monte.
Después de encontrar muy pocas críticas honestas en foros, internet y menos en la universidad, los jóvenes cineastas con sus corazones y mentes empeñados en triunfar en Hollywood y el otro mundo del cine, cuando salen de sus universidades (peor las escuelas) quedan desanimados por las duras realidades que encuentran en su decadente y escasa formación enfrentadas al mundo laboral.
¡Enteraros, las escuelas y universidades de cine os dejan sin preparación!
Es, en efecto, una gran falta de seriedad de los que ofertan formación para ser profesionales en este arte, de modo que sus nociones (de las que os enseñan con toga y birrete) son simplemente y sin más, ideas preconcebidas de cómo es la industria pues ellos nunca participaron de ella y a menudo “están sesgadas por la especulación y la incertidumbre”.
En un mundo ideal, los profesores universitarios arrojarían luz sobre esta industria compleja y difícil de comprender y dominar, pero ahí radica el problema. Los profesores a menudo están tan desconectados de la producción cinematográfica como los estudiantes a los que enseñan. Con la excepción del destacado profesor ocasional nacido del cine, que probable termine siendo sermoneado por alguien que no ha estado en la industria en años o nunca.
Las escuelas de cine y todas las universidades tienen una manera divertida de llegar a ser autosuficiente y poder vivir de sus fantasías. Por ejemplo, en la mayoría de las universidades no se puede enseñar cine sin un título de nivel superior (de cualquier cosa) que, si se pregunta en la profesión que trabaja, es prácticamente inútil pues nadie te va a contratar porque traigas un título universitario. Así que la persona que te enseñó o te enseña cine en la universidad, probablemente, normalmente pasó directamente de la licenciatura a la escuela de posgrado para enseñarte las complejidades de la cinematografía sin haber estado nunca en la industria. ¿No es curioso señores y señoras rectores?
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¿No será más serio para con los alumnos (los clientes de la universidad) y la profesión, dejar de contratar para enseñar dirección, sonido, interpretación cinematográfica, etc. a titulados sin hábito y conocimiento práctico y sí mirar hacia los profesionales del medio que tengan una dilatada experiencia? Este mohoso juego de protección académica de tanto titulado para todo y que en otras áreas profesionales seguro que se le puede encontrar un fundamento, en concreto en el cine, solo es una triste falsa quimera que estafa sueños y futuros de los que mantienen el porqué de la universidad, Los Alumnos.
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Para concluir con la verdad de lo expuesto certificaré mis palabras utilizando las de Paul Thomas Anderson dirigidas a los alumnos que estudian cine en la universidad.
La escuela de cine es una estafa completa, porque la información para aprender está ahí si la quieres. -
¡Haz cine!